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domingo, 4 de agosto de 2013

Un balneario en París.

Había llegado para pasar aquel fin de semana en la década del 2010, ella residía y trabajaba en Provenza. Era fría, distante sentimentalmente, indiferente a lo que opinaran de ella. Margaret era solitaria y tenía pocas amistades, Ella sufría los rasgos del esquizoide, pero además trastornos del pensamiento, de la conducta, del lenguaje y de la percepción, que recordaban a la esquizofrenia pero sin llegar a su gravedad. Tenía una fuerza interna, de "presencia" de clarividencia, de telepatía,... que la había llevado actuar como futuróloga en su ciudad. Su forma de vestir era extravagante y la ambientación de su hogar, además de su lenguaje.
Se levantó aquel día, se vistió y bajó a desayunar al bufé libre del balneario de todos aquellos suculentos platos expuestos. Después salió al jardín botánico del recinto, donde estuvo observando las más de 300 especies de plantas y árboles exóticos traídos de cada continente, con aquellos maravillosos perfumes y olores procedentes de las mil flores. Más tarde fué a los baños termales del balneario, donde estuvo largo tiempo probando todas las aguas, sales, masajes en cada uno de los habitáculos. Tras el hidromasaje, decidió ir a realizar una ruta corta de senderismo, se puso su cascos conectados a su teléfono móvil y comenzó a caminar. Durante el paseo escuchó un rato los programas de radio y a su regreso al balneario, que estaba a las afueras de París, oyó su lista de canciones favoritas. Cuando llegó estaba muy cansada, pero aun le dió tiempo a realizar una pequeña lectura de un libro de poesía. Llegado el mediodía fue a almorzar unos espléndidos platos recién preparados. 
Una vez finalizó, se trasladó al dormitorio a descansar uno breve rato. Se levantó con la cabeza embotada y se tomó su tratamiento. Esa tarde había decidido que iría primero a visitar dentro de las instalaciones una exposición de fotografía, al museo de arte abstracto, que vería en el cine del balneario una película y más tarde miraría el concierto sinfónico, más el espectáculo de luces, mientras estaba cenando en el patio.
Antes de acostarse, realizó su terapia de relajación y tras consultar la prensa del día, además de conversar con una conocida por Internet, se fue a su cómodo lecho, donde soñó con su amado.  

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


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