Una noche del año 1895 se encontraron en el Teatro Puppet de Ereván, aún eran preadolescentes, desde ese día nunca olvidaron sus rostros. Muchos años después coincidieron en una calle comercial, el bullicio de la multitud era la vida diaria de la calle, donde todos acudían a realizar sus compras.
La calle tenía un cruce que formaba una cruz, aquella tarde un gran grupo de personas se hallaban en el cruce: unos iban, otros venían, una pareja salía de la calle aledaña, un hombre atravesaba en horizontal la calle, otra chica paseaba mirando que calle buscaba,....
Cuando de pronto, apareció entre la multitud ella, con su teléfono móvil en la mano. Venía conversando y pasó por su lado, pero no se percató de quién era. Él la reconoció y la siguió para alcanzarla. Cuando se encontraba a su altura hizo el amago de llamar su atención. Ella entonces lo reconoció y una sonrisa todo su rostro iluminó. Pensó: <<Años llevaba esperando esta ocasión y por fin el momento llegó>>.
Ella colgó el teléfono, se aproximó a él y le dijo: <<Cuanto tiempo, creía que nunca más te vería>>. Y él sin razón, abrazándola, un beso en los labios le dió. Ella lo comprendió y se dejó arrastrar por aquella pasión, que años atrás había surgido entre los dos.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
La calle tenía un cruce que formaba una cruz, aquella tarde un gran grupo de personas se hallaban en el cruce: unos iban, otros venían, una pareja salía de la calle aledaña, un hombre atravesaba en horizontal la calle, otra chica paseaba mirando que calle buscaba,....
Cuando de pronto, apareció entre la multitud ella, con su teléfono móvil en la mano. Venía conversando y pasó por su lado, pero no se percató de quién era. Él la reconoció y la siguió para alcanzarla. Cuando se encontraba a su altura hizo el amago de llamar su atención. Ella entonces lo reconoció y una sonrisa todo su rostro iluminó. Pensó: <<Años llevaba esperando esta ocasión y por fin el momento llegó>>.
Ella colgó el teléfono, se aproximó a él y le dijo: <<Cuanto tiempo, creía que nunca más te vería>>. Y él sin razón, abrazándola, un beso en los labios le dió. Ella lo comprendió y se dejó arrastrar por aquella pasión, que años atrás había surgido entre los dos.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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