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jueves, 29 de agosto de 2013

La máquina de escribir.

Corría la década de los años 80 en Viena, en aquel mes de mayo, junto a las orillas del Danubio, se hallaba un hombre con barba negra, pelo largo y regordete. Su profesión era la de escritor y se encontraba en ese sitio buscando la inspiración. De mente intrépida, de observación aguda y crítico redomado, Lisandro, que así se llamaba, contemplaba el río. 
Lisandro pensaba en cómo había cambiado la complexión de aquella hermosa ciudad en las últimas décadas, antes llena de prosperidad industrial y en ese momento en plena decadencia. Los barrios industriales habían ido desapareciendo paulatinamente, la población se había ido trasladando y la ciudad había perdido la vida, quedando un rastro detestable de desolación en los barrios de mayor esplendor en el pasado.
Tras una larga reflexión, pasaron unas horas y regresó a su hogar. Se sentó frente a su máquina de escribir en su escritorio. Probó las teclas: <<tap, tap, tap,...>> y revisó la tinta, la cuál le manchó los dedos de las manos. Poco después, se puso a redactar su novela: "Vida y muerte en una ciudad".  

Autor: D. Jesús Castro Fernández. 



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