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miércoles, 21 de agosto de 2013

El relato de la abuela.

La abuela salió al jardín por la mañana y se encontró a sus tres nietos haciendo rabiar al perro. Uno le tiraba de las orejas, otro del rabo y el tercero del pelo como sí fuera una madeja. 
La abuela viendo a sus tres nietos haciendo este tipo de bravuconearías y travesuras al perro, que ya edad de preadolescencia tenían. Les dijo: <<¡Hijos venid aquí!. A ver Moisés, tú siéntate aquí, David, tú allí y Salomón tu ahí. Os quiero contar un relato de hace muchos años>>. Los tres sentados así lo escucharon:
- Erase una vez un santón musulmán, el cuál preparaba para la fiesta principal el sacrificio de los corderos, durante muchos años estuvo matando, degollando, despellejando y derramando la sangre de estos animales, acto infame para Dios. Años después murió y Dios lo convirtió en un monje budista, he hizo que se reencarnase en el Tibet. Allí se dedicó en su segunda vida al oficio de descuartizador de monjes muertos, para echar sus cuerpos a las aves de rapiña. Viendo Dios que no aprendía, de nuevo cuando murió lo reencarnó en un médico ateo, pero en su tercera reencarnación, trabajó para un Carter Mexicano. Se debió encargar de abrir a niños en canal para extraerle los órganos y después venderlos. Dios por tercera vez le dió muerte al cabo de los años y comprendiendo que no había forma de que aprendiera, lo reencarno 3 veces más para socorrerlo. Así, la cuarta vez que lo reencarnó, lo reencarno en un monje hinduista, el cuál gracias a sus dioses, le hicieron tener como segunda profesión veterinaria, por lo que en esta vida restauró el daño ocasionado durante el primer advenimiento. Murió, y después, fue a ser un cirujano plástico judío, con lo que en esa quinta vida, restauró y compuso tantos cuerpos como había descuartizado en otro tiempo, todos casos muy difíciles de accidentes. En su última reencarnación, la sexta, de nuevo Dios lo hizo un gran médico y tuvo que curar a muchos niños y niñas de los casos más extremos, con mucho esfuerzo y con todo esto, restauró todos sus actos de malos gestos o advenimientos previos. 
Los niños cuando la abuela acabo de contar ésto le preguntaron: <<Abuela y ¿qué nos quieres decir con eso?>>. La abuela les dijo: <<Sí tiráis de las orejas, del pelo y del rabo al perro, cuando os reencarnéis en próximas vidas habréis heredado el hado opuesto. Por eso no debéis cometer malos gestos.>>.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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