No recordaba nada, casi no se podía mover ni respirar, se encontraba en una espacio muy reducido, parecía cómodo, pero era claustrofóbico. Escuchaba el ruido de unos motores muy grandes que debían estar próximos al él. E identificó el movimiento aerodinámico de su establecimiento.
En aquel instante comenzó a recordar y pensaba: <<Yo llevaba a aquella niña de 3 años en mis brazos en la ciudad de Baghdad, después de que su madre y su padre murieran en plena calle por el intercambio de disparos y granadas. Ella iba ensangrentada, con las ropas muy maltrechas y muy asustada, mi escuadrón fue atacado, ¡todos murieron!, lo ahora lo recuerdo, yo me escondí en la casa derruida de la derecha de la calle con la niña. Después, una explosión y sólo recuerdo haber caído al suelo protegiendo a aquella pequeña. ¿Qué habrá sido de ella?. Y yo, ¿estoy muerto?>>.
Tras recuperarse un poco después del aturdimiento con mucho esfuerzo por la casi ausencia de oxígeno, el soldado americano, se dijo: <<No puedo estar muerto, porque escucho ruido de motores y siento movimiento. ¿Quizás me hayan hecho prisionero?>>. Minutos más tarde comenzó a dar golpes en aquel pequeño espacio, puñetazos cortos, puntapiés, arañazos y por últimos grandes alaridos de auxilio. Pero nada, nadie lo escucha con el estruendo de los motores.
Pasado un largo espacio de tiempo, cuando ya estaba muy agobiado y casi al límite de sus fuerzas, algunos hombres y mujeres abrieron aquella horizontal puerta. Él se levantó de su posición horizontal y tomó una bocanada de aire, los miró a los ojos y los reconoció eran los soldados americanos de su división. Los soldados que le rescataron todavía con las armas en las manos y sobresaltados por el espectáculo, no daban crédito. Él miró a su alrededor y vió más de 30 féretros con la bandera americana, él acaba de salir de uno de ellos, aun estaban siendo trasladados a EE.UU. para ser enterrados. No se lo podía creer, ¿qué le había pasado?.
Los soldados de su división lo acompañaron ha revisión médica y el doctor le explicó que no había muerto ni de un tiro, ni de la explosión, ni nada de eso, que había sufrido un ataque cataléptico y los soldados lo habían dado por muerto, interpretando que había sufrido un ataque súbito al corazón por la explosión, cuando lo encontraron junto a la niña. Después preguntó por la niña y le dijeron que se había salvado gracias a su rescate, por lo que al parecer Dios, le dió otra oportunidad mediante un empate.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
En aquel instante comenzó a recordar y pensaba: <<Yo llevaba a aquella niña de 3 años en mis brazos en la ciudad de Baghdad, después de que su madre y su padre murieran en plena calle por el intercambio de disparos y granadas. Ella iba ensangrentada, con las ropas muy maltrechas y muy asustada, mi escuadrón fue atacado, ¡todos murieron!, lo ahora lo recuerdo, yo me escondí en la casa derruida de la derecha de la calle con la niña. Después, una explosión y sólo recuerdo haber caído al suelo protegiendo a aquella pequeña. ¿Qué habrá sido de ella?. Y yo, ¿estoy muerto?>>.
Tras recuperarse un poco después del aturdimiento con mucho esfuerzo por la casi ausencia de oxígeno, el soldado americano, se dijo: <<No puedo estar muerto, porque escucho ruido de motores y siento movimiento. ¿Quizás me hayan hecho prisionero?>>. Minutos más tarde comenzó a dar golpes en aquel pequeño espacio, puñetazos cortos, puntapiés, arañazos y por últimos grandes alaridos de auxilio. Pero nada, nadie lo escucha con el estruendo de los motores.
Pasado un largo espacio de tiempo, cuando ya estaba muy agobiado y casi al límite de sus fuerzas, algunos hombres y mujeres abrieron aquella horizontal puerta. Él se levantó de su posición horizontal y tomó una bocanada de aire, los miró a los ojos y los reconoció eran los soldados americanos de su división. Los soldados que le rescataron todavía con las armas en las manos y sobresaltados por el espectáculo, no daban crédito. Él miró a su alrededor y vió más de 30 féretros con la bandera americana, él acaba de salir de uno de ellos, aun estaban siendo trasladados a EE.UU. para ser enterrados. No se lo podía creer, ¿qué le había pasado?.
Los soldados de su división lo acompañaron ha revisión médica y el doctor le explicó que no había muerto ni de un tiro, ni de la explosión, ni nada de eso, que había sufrido un ataque cataléptico y los soldados lo habían dado por muerto, interpretando que había sufrido un ataque súbito al corazón por la explosión, cuando lo encontraron junto a la niña. Después preguntó por la niña y le dijeron que se había salvado gracias a su rescate, por lo que al parecer Dios, le dió otra oportunidad mediante un empate.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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