Corría el año 2000, en la ciudad de Tirana. Habían quedado en verse en el Bulevar Zhan D`Ark. Ella era de mediana estatura, con cabello castaño, con ojos marrones, labios carnosos y un cuerpo escultórico. Él era de alto, de ojos azules, complexión deportiva y con el cabello corto.
Abelia era una chica tímida, generosa, gentil y muy alegre; por su parte John era extrovertido, creativo, cariñoso y muy hablador.
Eran las 2 de la tarde, a la hora en que habían quedado para almorzar juntos, Abelia estaba impaciente porque John no llegaba. Ella pensaba en que tomarían para almorzar: unos suculentos entremeses, un sabroso primer plato de carne, un delicioso segundo plato de pescado y un dulce postre, acompañado todo de una buena botella de vino, además del pan.
Pasados unos instantes John llegó con una sonrisa de oreja a oreja, a donde lo esperaba Abelia. Ella con la cara un poco seria, pero contenta de que hubiera aparecido, le plantó un beso en los labios y le preguntó: <<¿por qué te retrasaste? y ¿por qué tienes esa sonrisa en los labios?>>. Él le respondió muy alegre: <<Porque hoy me sonrió dos veces la suerte, la primera vez al verte, ya que pensé que tras nuestra última discusión no aceptarías mi invitación y la segunda, porque cuando venía hacia aquí, recibí una llamada telefónica para decirme que me dieron el puesto de trabajo y que ya puedo incorporarme al tajo>>.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
Abelia era una chica tímida, generosa, gentil y muy alegre; por su parte John era extrovertido, creativo, cariñoso y muy hablador.
Eran las 2 de la tarde, a la hora en que habían quedado para almorzar juntos, Abelia estaba impaciente porque John no llegaba. Ella pensaba en que tomarían para almorzar: unos suculentos entremeses, un sabroso primer plato de carne, un delicioso segundo plato de pescado y un dulce postre, acompañado todo de una buena botella de vino, además del pan.
Pasados unos instantes John llegó con una sonrisa de oreja a oreja, a donde lo esperaba Abelia. Ella con la cara un poco seria, pero contenta de que hubiera aparecido, le plantó un beso en los labios y le preguntó: <<¿por qué te retrasaste? y ¿por qué tienes esa sonrisa en los labios?>>. Él le respondió muy alegre: <<Porque hoy me sonrió dos veces la suerte, la primera vez al verte, ya que pensé que tras nuestra última discusión no aceptarías mi invitación y la segunda, porque cuando venía hacia aquí, recibí una llamada telefónica para decirme que me dieron el puesto de trabajo y que ya puedo incorporarme al tajo>>.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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