Buscar este blog

martes, 20 de agosto de 2013

Mi profesión soldado.

¡Nunca debí venir! Me engañaron, pero algún día serán castigados, Dios perdona pero no olvida. Era su segundo año en la guerra de Irak, había matado a niños, niñas, ancianos, ancianas, enfermos mentales, enfermas físicas, había cumplido con su disciplina profesional.
Un día mirando al cielo se arrodilló y le pidió a Dios: Señor dame la muerte para corregir mi dolor por haber hecho caso a los hombres y mujeres que me hicieron matar.
Pocos días después su plegaria fue escuchada y en una emboscada el soldado cayó en manos de la resistencia de Irak, después de haber acabado con él, con todos los sufrimientos cometidos previamente por él, fue atado por una pierna y colgado boca abajo, para entregarlo al fuego de satán. Pero cuando su alma parecía estar perdida, Dios intervino por su fe y satán huyó a lo lejos por miedo a la intervención percibida.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



No hay comentarios:

Publicar un comentario