Había entrado en prisión durante el año de 1975, en Alcalá Meco, por el mayor error de su vida, un delito de sangre. Tenía tan sólo 18 años cuando ingresó. Por aquel entonces no sabía ni leer ni escribir, pero como le habían caído 50 años de prisión, un día decidió aprender a leer y a escribir. Así, le pidió a un preso político, que le enseñara a leer y éste le enseñó. También le rogó a un funcionario de prisiones, con el que a lo largo del tiempo, había tomado confianza, le enseñara a escribir.
Con el paso de los años aprendió a leer y a escribir; se aficionó a la lectura y la escritura tanto que todos los días leía y escribía sobre algún asunto de la vida diaria. Desde que empezó a leer, comenzó a leer todas las grandes obras de los pensadores clásicos griegos y latinos. Después, dió paso a su lectura diaria en la biblioteca de la prisión, de las grandes obras de la literatura española y sus escritores. Posteriormente, continuó leyendo todas las obras universales de la literatura universal: literatura inglesa, francesa, alemana, rusa, americana, árabe, hebrea,.... Y transcurridos los años, optó por leer a todos grandes autores y todas las grandes autoras de las diferentes naciones de cada uno de los continentes.
Cuando no encontraba algún libro o alguna obra que deseaba leer, la solicitaba en la biblioteca de la prisión, los cuales viendo su afición y su buena disposición, siempre se la conseguían.
Había pasado, ya una década en la prisión, cuando un día tomó la decisión de obtener una titulación de superior algún día. Así, inició su camino en los estudios primarios a distancia, que la institución le facilitaba, y consiguió el graduado, años después el bachillerato y posteriormente hizo la carrera de abogado. Se preparó durante años las oposiciones de magistrado y obtuvo la plaza. A pesar de no poder ejercer, porque su condena aún era larga.
Ya habían pasado 20 años desde el día que ingresó en la prisión. Pero Rafael, aún no estaba satisfecho con su vida. A pesar de haber conseguido y haber tenido éxito en todo lo que se había propuesto. Y de ese modo, quiso seguir estudiando otras carreras, ya que le mantenían la mente despierta y lo evadían de su rutina penitenciaria. No le valía sólo ser juez y tener una plaza en el tribunal Superior de Justicia, sino que estudió durante otros 5 años, la carrera de psiquiatría. Cuando acabó, le dedicó otros 5 años a obtener la licenciatura de una doble carrera, Física-Matemática y no encontrándose feliz, estudió otra carrera más, la cuál también consiguió sacar, la carrera de Filosofía.
Todavía le restaban 15 años de prisión, y su formación había alcanzado límites nunca imaginados, por lo que un día se planteó, aprender idiomas, complementando su conocimiento con el dominio de 7 idiomas. Ya cuando tenía un conocimiento adquirido y dominio técnico tan grande, pensó en que prácticamente, no había hecho nada en su vida por los demás, y que quizás fuera el momento de empezar, ya con su edad; nunca había cogido ningún permiso penitenciario, con lo que en realidad le quedaban menos años, para poder regresar a la sociedad, había trabajado en prisión todos los días durante esos años, con lo cuál tenía acumulado un gran cantidad de paro y de cotización; pero aún así, todo había sido vano, se sentía desilusionado.
Al final, se dijo: <<Voy a crear un partido político en prisión de todos los presos de la nación, que se presente a las elecciones cada cuatro años>>. De ese modo, escribió y escribió documento político, construyó la organización, la desarrolló y la llevó a lo más alto, consiguiendo un gran apoyo por todo el Estado. Pero quedando ya pocos años, para que saliera de prisión, pensó, que aún podía hacer algo más, escribir un libro sobre las presos de la prisión. El libro lo llamó: "Encrucijada de la vida y obra de los presos de Alcalá Meco", en ella se narraba la biografía de más de 900 presos, a los cuales los había entrevistado, y de los cuales había cada noche redactado lo que le habían contado.
Cuando cumplió su condena, ya tenia 60 años. Salió y se reintegró en la sociedad, desapareciendo, sin que nunca nadie supiera nada más.
En el año 2010 un hombre encontró una edición del libro que había escrito en un cajón de su casa, comenzó a leer todas las biografías y entre las 900 biografías estaba la que hoy leía, la de aquel escritor de los presos, que desapareció un día.
Autor. D. Jesús Castro Fernández.
Con el paso de los años aprendió a leer y a escribir; se aficionó a la lectura y la escritura tanto que todos los días leía y escribía sobre algún asunto de la vida diaria. Desde que empezó a leer, comenzó a leer todas las grandes obras de los pensadores clásicos griegos y latinos. Después, dió paso a su lectura diaria en la biblioteca de la prisión, de las grandes obras de la literatura española y sus escritores. Posteriormente, continuó leyendo todas las obras universales de la literatura universal: literatura inglesa, francesa, alemana, rusa, americana, árabe, hebrea,.... Y transcurridos los años, optó por leer a todos grandes autores y todas las grandes autoras de las diferentes naciones de cada uno de los continentes.
Cuando no encontraba algún libro o alguna obra que deseaba leer, la solicitaba en la biblioteca de la prisión, los cuales viendo su afición y su buena disposición, siempre se la conseguían.
Había pasado, ya una década en la prisión, cuando un día tomó la decisión de obtener una titulación de superior algún día. Así, inició su camino en los estudios primarios a distancia, que la institución le facilitaba, y consiguió el graduado, años después el bachillerato y posteriormente hizo la carrera de abogado. Se preparó durante años las oposiciones de magistrado y obtuvo la plaza. A pesar de no poder ejercer, porque su condena aún era larga.
Ya habían pasado 20 años desde el día que ingresó en la prisión. Pero Rafael, aún no estaba satisfecho con su vida. A pesar de haber conseguido y haber tenido éxito en todo lo que se había propuesto. Y de ese modo, quiso seguir estudiando otras carreras, ya que le mantenían la mente despierta y lo evadían de su rutina penitenciaria. No le valía sólo ser juez y tener una plaza en el tribunal Superior de Justicia, sino que estudió durante otros 5 años, la carrera de psiquiatría. Cuando acabó, le dedicó otros 5 años a obtener la licenciatura de una doble carrera, Física-Matemática y no encontrándose feliz, estudió otra carrera más, la cuál también consiguió sacar, la carrera de Filosofía.
Todavía le restaban 15 años de prisión, y su formación había alcanzado límites nunca imaginados, por lo que un día se planteó, aprender idiomas, complementando su conocimiento con el dominio de 7 idiomas. Ya cuando tenía un conocimiento adquirido y dominio técnico tan grande, pensó en que prácticamente, no había hecho nada en su vida por los demás, y que quizás fuera el momento de empezar, ya con su edad; nunca había cogido ningún permiso penitenciario, con lo que en realidad le quedaban menos años, para poder regresar a la sociedad, había trabajado en prisión todos los días durante esos años, con lo cuál tenía acumulado un gran cantidad de paro y de cotización; pero aún así, todo había sido vano, se sentía desilusionado.
Al final, se dijo: <<Voy a crear un partido político en prisión de todos los presos de la nación, que se presente a las elecciones cada cuatro años>>. De ese modo, escribió y escribió documento político, construyó la organización, la desarrolló y la llevó a lo más alto, consiguiendo un gran apoyo por todo el Estado. Pero quedando ya pocos años, para que saliera de prisión, pensó, que aún podía hacer algo más, escribir un libro sobre las presos de la prisión. El libro lo llamó: "Encrucijada de la vida y obra de los presos de Alcalá Meco", en ella se narraba la biografía de más de 900 presos, a los cuales los había entrevistado, y de los cuales había cada noche redactado lo que le habían contado.
Cuando cumplió su condena, ya tenia 60 años. Salió y se reintegró en la sociedad, desapareciendo, sin que nunca nadie supiera nada más.
En el año 2010 un hombre encontró una edición del libro que había escrito en un cajón de su casa, comenzó a leer todas las biografías y entre las 900 biografías estaba la que hoy leía, la de aquel escritor de los presos, que desapareció un día.
Autor. D. Jesús Castro Fernández.
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