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jueves, 1 de agosto de 2013

El oso que maltrataba.

Se levantó aquella mañana fría de invierno, aun permanecía en vigilia, caminaba como sonámbula, pero sin embargo no lo era. Se movía como despierta, pero en su mente, aun dormía profundamente, vió que un oso la atacaba, le golpeaba con las zarpas y la dañaba, parecía una pesadilla, luego el oso se revolvía contra sus crías y también las atacaba con furia e ira incontrolable. 
Ella superada por la situación cogió un hacha de leñador que encontró en un cobertizo del bosque de su sueño, se acercó al oso mientras atacaba a sus crías y alzándola hacía el cielo, imprimiendo un fuerza desconocida, lanzó el hacha afilada y aguda hacia la cerviz del animal, de aquella mala bestia. El hacha se había incrustado partiendo en dos el cuerpo de la bestia salvaje en dos mitades, las sangre brotaba a borbotones y salpicaba toda la frondosidad del bosque. 
Lo siguiente que recuerda mi clienta señoría, es que estaba entre rejas y después en el hospital para sanar de sus heridas. Los médicos le dijeron que padece un trastorno del sueño, que en el momento de los hechos no era consciente de sus actos, a pesar de llevarlos acabo, y no hablamos de locura transitoria, ni de enajenación mental, sino de un trastorno del sueño que no le permitía ver que el oso era su marido, el que la llevaba maltratando durante 20 años y a sus hijos los últimos 5. 
Ella se reafirmó en su declaración de que había matado a un oso salvaje que la había atacado a ella y a sus hijos y que en ningún momento percibió que era su marido. Los psiquiatras verificaron el trastorno del sueño y ella quedó en libertad, absuelta del delito que se le había de imputar.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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