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martes, 13 de agosto de 2013

En el parque de juego.

Era su primera vez, había ido de vacaciones con sus padres. La noche anterior pasó toda la noche en vela, porque tenía miedo a las fantasmagorías de su imaginación nocturna, todo lo que podía estar entre la oscuridad. Pero aquella mañana todo era distinto, cuando papá y mamá se habían levantado, él ya estaba preparado para que lo vistieran, le lavaran la cara y le dieran el desayuno.
Por fin, salió al parque de juegos de aquel sitio tan bonito, muy grande para él, pero el parque de juegos, eso era otra cosa. Allí tenía columpios, tenía arena y tenía mil cosas que hacer.
Empezó por probar todos y cada uno de los columpios que había: el caballito, el balancín,... cuando se cansó, se sentó sobre la arena y construyó una gran montaña de tierra, luego hizo un gran túnel. Las horas se pasaron muy rápidas cuando se quiso dar cuenta mamá ya lo estaba llamando para comer. Y le decía: ¡Eduardo a comer!, pero Eduardo escuchando la voz dulce de su madre pensaba: iré cuando me llame mi madre otra vez, antes quiero acabar mi carretera en la montaña. 
La voz de su madre le daba toda la seguridad, que le aportaba la luz del mediodía y él, que seguro se sentía, de que cuando llegara comería, esperaba esa segunda llamada de cada día.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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