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viernes, 2 de agosto de 2013

Correos.

Aquella noche la buena estrella, hizo que ambos enamorados leyeran sendos correos. Ella abrió su e-mail con mucha ilusión y leyó: 
- Mi amor, el frío invierno que cubre en éste instante las heladas aguas de la Antártida, no hacen más que reforzar los sentimientos de amor que se unen en el latir de mi corazón. 
Él por su parte, leía su e-mail personal:
- Cariño mío, el verano está siendo muy caluroso en éste desierto de Argelia a 50º sobre cero, pero cada oasis que observo, acorta más la distancia que nos separa a lo lejos.
Ella continuaba su lectura:
- Aquí hoy alcanzamos los 60º bajo cero, las investigaciones avanzan a buen ritmo, pero te hecho mucho de menos.
Él seguía enfrascado leyendo: 
- Tengo una noticia que darte y espero que la recibas con gran apremio, no es en referencia a las exploraciones de la compañía, que ya sabes soy diligente en ese respecto, es en cuanto a la hinchazón de mis senos.
Ella respiraba tranquila mientras leía:
- Estoy realmente contento, porque cada día recuerdo nuestro último encuentro, bajo aquel estrellado cielo.
Él petrificado iba entendiendo: 
- Cielo, creo que vamos a ser padres de gemelas, porque eso se debe al amor de nuestro último encuentro. Te amo.
Ella helada estaba comprendiendo:
- No se como las educaremos, pienso que eso será lo más complejo, ¿qué le enseñaremos?. Pero estoy seguro que lo conseguiremos. Te quiero.

Ana y David se habían conocido años atrás trabajando para una compañía petrolífera en sus perforaciones en busca de nuevos pozos. Ella era Técnica en Geología y el Investigador en Ciencias de la Tierra, ambos se enamoraron, pero el destino durante un período corto los había separado. 

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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