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domingo, 4 de agosto de 2013

Tiempo del viaje.

Aristóteles se encontraba en el ágora de Atenas declamando sobre el tiempo, cuando llegado el fin de su discurso, la muchedumbre se retiró a descansar las horas de mediodía. Él por su parte, se acomodó a la sombra de un pórtico y se quedó dormido apoyado sobre una alforja. 
En su sueño viajo dos mil quinientos años hacia el futuro, aparecía, sin saber por qué, ni cómo, en un edificio con una gran multitud de personas que acudían a buscar un trabajo. El puesto que se ofrecía era de Licenciado en Filosofía, para impartir enseñanzas. Le llegó el momento de pasar a Aristóteles, cuando pasado un período corto de tiempo lo avisaron. El pasó a esa habitación tan extraña de relaciones laborales, en la habitación un personaje comenzó a realizárle una serie de consultas y le decía así: 
- Bueno, señor Aristóteles, ¿ese es su nombre verdad?.
- Sí señor, así me pusieron mis progenitores.
- Usted es Filósofo, sino me equivoco ¿verdad?.
- Eso dicen mis seguidores.
- Muy bien, le importaría mostrarme su titulación, por favor.
- ¿cómo dice buen señor?.
- Sí, su titulación como Filósofo, para poder aspirar al puesto de trabajo debe disponer usted de una acreditación de conocimientos.
- Yo desconozco que es eso, en donde yo vivo y converso, Filosofo es el pensador de buenos juicios y razonamientos, no aquél que tiene un hermoso papel que diga eso.
- Sí, de donde usted viene será lo que sea, pero aquí, o se adapta a los convenios sociales e institucionales, o usted no es nadie y no puede obtener el puesto.
- No entiendo a lo que se refiere. Quiere decir usted ¿qué uno es lo que dice un papel?. O ¿qué uno no es lo que dice ser, porque es lo que sabe hacer?. 
- Señor Aristóteles, yo no soy Filósofo así que no me enrede usted, sino tiene ese papel, usted no es.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


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