Buscar este blog

martes, 20 de agosto de 2013

El cazador de Karma.

Entró aquella mañana fría en aquel bar de Washintong D.C., tomó un café y pagó la consumición. El camarero le regreso el cambio y se equivocó en la vuelta. Él se dió cuenta del error y decidió guardarse el dinero, su aura se oscureció al momento. 
Salió del bar y se dirigió a coger un autobús, cuando montó, se sentó en el único asiento libre que quedaba. Algunas paradas más adelante, una anciana se subió en el autobús y nadie se levantaba para que pudiera sentarse durante el trayecto, él se levantó y le cedió su asiento con amabilidad, su aura se clareó al instante.
Cuando llegó al final de su trayecto se bajó del autobús y se dirigió hacia su hogar. En el camino se encontró un gato subido en un árbol, el animal maullaba y maullaba desolado por el terror de la altura, él cogió una piedra y como nadie lo veía le lanzó una pedrada al gato, la piedra golpeó la cabeza del animal y con sangre en la cabeza el animal cayó del árbol, muriendo en el acto.
Continuó y cuando llegó a su barrio encontró a un ciclista ensangrentado en una acera, acababa de ser atropellado y el conductor se había dado a la fuga, él corrió a socorrerlo, le taponó las heridas en la cabeza y llamó al servicio de emergencia, gracias a su intervención se salvó. Por su primer hecho, su aura se había ennegrecido mucho, pero gracia a su segunda intervención su aura había recuperado su luz. 
Entró en su hogar y se puso a pensar en lo ocurrido diciéndose así mismo: Tuve que quedarme con el dinero de aquella consumición para poder tomar aquel autobús, ya que sino la mujer se hubiera caído y partido la cadera, de la que no se hubiera recuperado. Después tuve que matar aquél gato para que no ocasionase ese accidente en el que moriría esa niña pequeña que me era desconocida y por último tuve que rescatar a aquél ciclista, porque sí moría nunca llegaría a ser el presidente de los EE.UU. dentro de 2 años.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



No hay comentarios:

Publicar un comentario