La historia nos dice que Sisifó estaba condenado por la eternidad, a empujar una gran piedra ladera arriba por la montaña. Así era en realidad, y Sisifó no tenía ningún problema en empujar una y otra vez la piedra montaña arriba; si la piedra se le escapaba y rodaba hacia abajo, Sisifó bajaba hasta donde se había detenido la piedra y volvía a empujarla hacia arriba; Sabía que tarde o temprano lograría llegar a lo mas alto de la montaña y dejar situada la piedra en la cima.
A media tarde, y tras muchos intentos, Sisifó está a punto de alcanzar la cima con su gran roca, tan sólo le faltan unos metros, y ya está. Entonces, desde abajo oye la perentoria voz de su madre que lo llama:
-Sisifó, baja a merendar córre, que ya tienes la merienda sobre la mesa.
Entonces, Sisifó deja caer la piedra y obediente, desciende la montaña para merendar. Cuando termíne de merendar -piensa- volveré a empujar la piedra y la situaré en lo mas alto de la cima.
Sisifó, no sabe que una diosa envidiosa finge la voz de su madre cada vez que éste está a punto de alcanzar la cima con la roca, y así para la eternidad.
Autor: D. José María Martín Rengel.
A media tarde, y tras muchos intentos, Sisifó está a punto de alcanzar la cima con su gran roca, tan sólo le faltan unos metros, y ya está. Entonces, desde abajo oye la perentoria voz de su madre que lo llama:
-Sisifó, baja a merendar córre, que ya tienes la merienda sobre la mesa.
Entonces, Sisifó deja caer la piedra y obediente, desciende la montaña para merendar. Cuando termíne de merendar -piensa- volveré a empujar la piedra y la situaré en lo mas alto de la cima.
Sisifó, no sabe que una diosa envidiosa finge la voz de su madre cada vez que éste está a punto de alcanzar la cima con la roca, y así para la eternidad.
Autor: D. José María Martín Rengel.
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