Buscar este blog

martes, 30 de julio de 2013

Ya le llamaremos.

Lo primero que hice nada mas despertarme, fué mirar el teléfono  Nada, no había ni llamadas ni mensajes, salvo los del día anterior !Que mierda! Demasiadas veces le dicen a uno eso de: Ya le llamaremos; cuando te dicen algo así, suele significar que no te van a llamar. Pero ésta vez no se trataba de un empresario o de una secretaria, yo esperaba una llamada muy distinta.
  Dos días antes, yo había estado en una fiesta, y allí, en una atmósfera cargada de humo, de música, y de licores, entre risas y conversaciones de lo mas variado, yo había pasado unas horas maravillosas con aquella chica. Tenía la impresión, de que allí, entre nosotros dos, había empezado algo. Lo malo era que mi maldito teléfono no parecía pensar lo mismo, y allí estaba el muy cabrón, silencioso e inadvertido. Yo ya había contestado a un mensaje, y no pensaba que me tocara a mi enviar otro mas, quería hacerlo, pero mis normas me indicaban que no debía de hacerlo aún. Varias veces lo escribí pero siempre terminé por borrarlo: Debes esperar, -me dije-.
   Lo que yo había entregado, no era un curriculum vitae acompañado de la vida laboral, yo no era un candidato mas para un determinado puesto, al que después de la entrevista -desechado ya- ni siquiera se le llama para decirle que no ha sido aceptado. Ademas, aquello no fué una entrevista, nos habíamos besado.
  Por la tarde se me pasó el cabreo, me llamaron para otra estúpida entrevista, y recibí un mensaje delicioso...No no tenía nada que ver con la vida laboral.   

Autor: D. José María Martín Rengel.


No hay comentarios:

Publicar un comentario