Aquel tipo fuerte y de mirada inteligente se había hecho amigo mio finalmente, aunque ya hacía días que no lo veía. Luego estaba aquella mujer simpática, o al menos en sus gestos y en su mirada, porque yo apenas podía entender su jerga. Murmuraba algo sobre una semana que me quedaba; sobretodo, lo hacía mientras me acariciaba la frente suavemente y yo le lamía las manos. Luego empecé a entender.
No fué difícil A algunos, se los llevaban a sus casas algunas personas, y entonces no los volvíamos a ver mas; a otros en cambio, se les agotaba el tiempo de estancia, y tampoco los volvíamos a ver mas. Una mañana vino una familia con una niña, estuvieron mirándome un rato y yo traté de parecer simpático, pero no debí de gustarles lo suficiente, porque finalmente se llevaron a una perra pequeña y joven un poco tímida y asustadiza. Me alegré por ella, pues éste no es lugar para alguien tan joven.
Yo ya había vivido. En otro tiempo tuve un humano que me cuidaba y me daba largos paseos, yo solía caminar a su lado, casi sin despegarme de sus piernas, pues era un hombre muy mayor y yo tenía que estar pendiente él. Un día se lo llevaron y a mi me trajeron aquí creo que mi humano se convirtió en humo, y si no me sacan de aquí pronto, yo seré humo también y quizás pueda ir a donde esté él.
Autor: D. José María Martín Rengel.
No fué difícil A algunos, se los llevaban a sus casas algunas personas, y entonces no los volvíamos a ver mas; a otros en cambio, se les agotaba el tiempo de estancia, y tampoco los volvíamos a ver mas. Una mañana vino una familia con una niña, estuvieron mirándome un rato y yo traté de parecer simpático, pero no debí de gustarles lo suficiente, porque finalmente se llevaron a una perra pequeña y joven un poco tímida y asustadiza. Me alegré por ella, pues éste no es lugar para alguien tan joven.
Yo ya había vivido. En otro tiempo tuve un humano que me cuidaba y me daba largos paseos, yo solía caminar a su lado, casi sin despegarme de sus piernas, pues era un hombre muy mayor y yo tenía que estar pendiente él. Un día se lo llevaron y a mi me trajeron aquí creo que mi humano se convirtió en humo, y si no me sacan de aquí pronto, yo seré humo también y quizás pueda ir a donde esté él.
Autor: D. José María Martín Rengel.
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