Vicente, 30 años, y empresario en áuge, ha contratado los servicios de un detective. La pujante empresa le absorve muchísito tiempo, suele llegar a casa por las noches, y casi siempre cansado. Ultimamente, las cosas no van bien con su bellísima esposa, y tiene la léve sospecha de que alguien, pueda estar bebiendose el zumo de su media naranja.
Metido de lleno en faena, el investigador pronto comprueba dos cosas: Primero. Que la susodicha es ciertamente una bellísima mujer excepcionalmente dotada. Segundo. Que las sospechas del marido no son infundadas.
Tras 2 semanas de espiar a tan ejemplar hembra, de fotografiarla hasta la saciedad, y de conocer su secreto, el investigador merma su faceta profesional, y ahonda en su vulgar y humana faceta: Decide entrevistarse con ella. Le explica que trabaja para su marido, y que está dispuesto a cumplir con su obligación profesional, y revelarle la verdad...Aunque es posible que podamos alcanzar un acuerdo.
Una semana después, el detective entrega al marido un detallado informe de las actividades de su esposa. Fotografías de su rutina diaria, llamadas telefónicas, etc. Todo en orden. Las sospechas eran infundadas.
Autor. D. José María Martín Rengel.
Metido de lleno en faena, el investigador pronto comprueba dos cosas: Primero. Que la susodicha es ciertamente una bellísima mujer excepcionalmente dotada. Segundo. Que las sospechas del marido no son infundadas.
Tras 2 semanas de espiar a tan ejemplar hembra, de fotografiarla hasta la saciedad, y de conocer su secreto, el investigador merma su faceta profesional, y ahonda en su vulgar y humana faceta: Decide entrevistarse con ella. Le explica que trabaja para su marido, y que está dispuesto a cumplir con su obligación profesional, y revelarle la verdad...Aunque es posible que podamos alcanzar un acuerdo.
Una semana después, el detective entrega al marido un detallado informe de las actividades de su esposa. Fotografías de su rutina diaria, llamadas telefónicas, etc. Todo en orden. Las sospechas eran infundadas.
Autor. D. José María Martín Rengel.
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