Pasaría en aquel otoño en el parque, cuando las hojas cayeran de nuevo. Él corría y corría, con prisa. Gemía por la asfixia, lleva la mano en alto. Todo pasó muy rápido. El mundo precintado y el tiempo acorralado.
Pronto lo alcanzó y un salvaje golpe le asestó. La escena, toda cubierta de aquel rojo color y mientras, el silencio y los pensamientos eran su sólo acompañamiento.
Lo tienes merecido, por haber fingido, que me amabas y hoy tu fruto has recibido. El amante, lleno de salsa de tomate, decía: éste tipo es imbécil, yo pensando que me mataría por engañarle y viene con este globo lleno de tomate. El hombre que estaba tumbado en el suelo, se levantó y le dijo: "anda Ruperto, vete a buscar a otro que te ame, que yo ya tuve bastante y cuidado con tus celos, que lo pones todo perdido de tomate".
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
Pronto lo alcanzó y un salvaje golpe le asestó. La escena, toda cubierta de aquel rojo color y mientras, el silencio y los pensamientos eran su sólo acompañamiento.
Lo tienes merecido, por haber fingido, que me amabas y hoy tu fruto has recibido. El amante, lleno de salsa de tomate, decía: éste tipo es imbécil, yo pensando que me mataría por engañarle y viene con este globo lleno de tomate. El hombre que estaba tumbado en el suelo, se levantó y le dijo: "anda Ruperto, vete a buscar a otro que te ame, que yo ya tuve bastante y cuidado con tus celos, que lo pones todo perdido de tomate".
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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