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martes, 23 de julio de 2013

Duda

Iba un buen día un gentil hombre en su coche, cuando pasó por una calle en la que el ayuntamiento había colocado un sobresalto con una dimensiones superiores a las permitidas. Al pasar el gentil hombre a una velocidad superior a la permitida, el coche dió un salto que le hizo se le movieran las lentes. En ese mismo instante, un viandante se cruzó y se estampó contra la luna delantera de su coche. Los cristales se partieron y el conductor, salió despedido del asiento hacia las puntas del cristal quebrado. Ambos, en el acto murieron. 
En ese mismo lugar, aquella misma mañana y a esa misma hora, se encontraba la muerte, con su guadaña afilada observando toda la operación, junto a la ventana del conductor, quedando un muerto sobre el capó y otro atravesado en su sillón. A eso la muerte se preguntó, ¿cómo es posible? yo vine para llevarme a uno de ellos y no a los dos. Y ahora, los dos están muertos, ¿de quien fue la culpa? ¿del ayuntamiento que elevó demasiado el sobresalto de cemento? ¿del conductor que condujo muy rápido? ¿del peatón que cruzó sin mirar a este lado? ¿mía que tenía que llevarme a uno al otro lado?. Pero lo más extraño, ¿quién se está entrometiendo en mis competencias? ¿quien me quiere quitar mi puesto? cuando yo sólo vine a por uno de los indispuestos. 

Autor: D. Jesús Castro Fernández. 


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