Buscar este blog

domingo, 1 de septiembre de 2013

Hotel Yakarta.

Era un espectro, un recuerdo de los tiempos. Fue aquel hotel para poder olvidar su mal, la vida que lo tocó llorar. Así, entró por la puerta principal, la realidad era que el hotel estaba abandonado desde hacía mucho tiempo. Pero para él era el lugar más maravilloso de todos los tiempos. Todo lo roto, lo sucio, lo feo, lo desagradable, lo horrible, era lo más bello. 
Subió a las estancias superiores y vió como en aquel hotel había unas 50 habitaciones. Comenzó por visitar paseando por el pasillo, la primera habitación, esa que ponía el número 1 en la puerta. Cuando abrió se observó a él con un año de edad, viviendo en Yakarta, en uno de los distritos más miserables y detestables del planeta Tierra. Su madre lo amamantaba para condenarlo una vida pordiosera. Salió asustado de la habitación y recorrió el pasillo hasta llegar a la habitación número 7, con lágrimas en los ojos se contempló con 7 años de edad, jugando junto a las vías del tren a tan sólo cinco píes. Sus vecinos se lavaban junto a los raíles con el agua sucia y contaminada. Él jugaba mientras un tren, cargado de personas como ganado, pasaba una y otra vez. Muy a menudo se oía decir, otro niño ha sido arrollado. 
Llorando de aquella habitación huyó y continuó hasta la número 21, donde se pudo ver, con pupas en las manos y en lo píes, mal nutrido, viviendo en todo tipo de insectos, ratas, cucarachas junto a los que tenía, que dormir todos los días. Horrorizado por su enfermedad y su estado, salió corriendo pasillo adelante y siguió hasta la habitación 50, donde por fin, encontró lo que buscaba, su muerte con 50 años, un deseo extraño, aunque parecía tener 90 años, por las desilusiones, los sin sabores y la terrible vida que había llevado.

Autor: D. Jesús Castro Fernández. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario