Salió a pasear a las afueras de la ciudad. Por fin se encontró libre de rencor, libre de odio y de remordimientos. Le acompañaba su fiel perro, el cuál movía su cola y corría delante de él. Él tan sólo quería pasear, no había más fin, ni más objetivo, contemplar la naturaleza amplia, luminosa y el verde que aquella pradera con flores de mil colores que le ofrecía la primavera.
Era verdad que había pasado por muy malas experiencias el invierno pasado, pero ahora, toda era hermosura, delicadeza, suavidad y elegancia en la magestuosidad. Aire puro, las grandes montañas al fondo, erguidas con la nieve en deshielo, la amplia pradera que recorría aquel pequeño, pero tierno sendero, los pájaros cantando con su elevado encanto, el Sol fuerte y reluciente.
Que día tan maravilloso, y tan sólo, un soplo de aire fresco, valiente, consciente de su presencia. ¡Que paz! ¡que felicidad! ¡que tranquilidad! ¡que dulce armonía!. Todo aquello era la alegría, que la ternura y el amor de la naturaleza transmitía. Era sabiduría en estado puro, equilibrio amado; suntuosidad, efervescencia de la vida, realmente comprendida. Limpia, suave, delicada, tierna y esperanzada; sin malas pasiones, sin falsas emociones, sin miedos ni terrores. Sólo cálida vida, paz bien nutrida, relaciones comprendidas y sueño agradable de mil pareceres estables, admirables.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
Era verdad que había pasado por muy malas experiencias el invierno pasado, pero ahora, toda era hermosura, delicadeza, suavidad y elegancia en la magestuosidad. Aire puro, las grandes montañas al fondo, erguidas con la nieve en deshielo, la amplia pradera que recorría aquel pequeño, pero tierno sendero, los pájaros cantando con su elevado encanto, el Sol fuerte y reluciente.
Que día tan maravilloso, y tan sólo, un soplo de aire fresco, valiente, consciente de su presencia. ¡Que paz! ¡que felicidad! ¡que tranquilidad! ¡que dulce armonía!. Todo aquello era la alegría, que la ternura y el amor de la naturaleza transmitía. Era sabiduría en estado puro, equilibrio amado; suntuosidad, efervescencia de la vida, realmente comprendida. Limpia, suave, delicada, tierna y esperanzada; sin malas pasiones, sin falsas emociones, sin miedos ni terrores. Sólo cálida vida, paz bien nutrida, relaciones comprendidas y sueño agradable de mil pareceres estables, admirables.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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