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viernes, 13 de septiembre de 2013

El cazador de espíritus.

Aquella familia se encontraba allí acorralada. El padre le indicaba a sus hijas que se escondieran, mientras la madre miraba aterrorizada desde lo alto del descansillo de la escalera. El padre la esperaba con la puerta entre abierta. No sabían que hacer, ya había caído toda la ciudad, y el mal se extendía por todos los territorios. 
El padre meditaba sobre lo que había oído de esos seres llamados humanos, de esa máquina maldita que los habían llevado hasta sus territorios y como lo están colonizando todo, exterminando a todos los espíritus. El pobre lloraba desolado, no sabía que hacer, como se podría enfrentar a aquel cazador de espíritus que había llegado a su casa. Su mujer era más valiente que él, estaba allí fuera, vigilante, para avisar en caso de que comenzará a subir la escalera. Sus hijas estaban ya escondidas en aquel armario pequeño, pero podría ponerlas a salvo de aquel ser destructivo. 
Al instante la madre dió un grito, y se escuchó como avanzaba a toda prisa volando hacía la habitación, entró a corriendo, aterrorizada, diciendo: <<Acabo de ver a ese humano, iba a subir la escalera y traía un instrumento en las manos>>. Él hombre cerró la puerta, y le dijo: <<Huye por la ventana con la niñas y escapa ha esconderte en las cavernas de la montaña de los espíritus, pero que nos os vean, yo trataré de despistarlo>>. Ella en ese mismo instante, cogió a sus hijas y salió volando por la ventana con ellas. 
Al poco, un fuerte golpe en la puerta casi la derriba, el hombre con la cara desencajada, blanco como la nieve, se decía: <<¿Por qué tuvieron que venir al mundo de los espíritus? ¿No estaban mejor en la tierra esos seres malvados? ¿No tenían suficiente con el mundo físico? que ahora también desean destruir el mundo de los espíritus.>>. En poco tiempo, la puerta había sido derribada y un guerrero con una armadura que parecía futurista accedía a la estancia. Le gritó: <<Tú eres el último y estás acabado, éste mundo será nuestro y todos los espíritus seréis aniquilados>>. El espíritu del hombre se arrodilló y le pidió perdón, pero el humano malvado, llegado de mundo físico, no tuvo compasión, y de una sola acción lo ejecutó.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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