Se había cortado la garganta y no paraba de sangrar. La sangre brotaba y brotaba, como sí fuese un manantial. Comenzó a mirarse en el espejo, aquel profundo corte, mientras en su mano sostenía el instrumental. Cuando se quiso dar cuenta, ya no había marcha atrás. El espejo en el que se miraba, lo representaba tal cual. ¿Por qué tenía que ocurrir eso? a él, que no había cometido ningún mal. Pronto tenía que tomar una decisión, ya no había tiempo que tardar, era aquel el momento, o ahora o ....
En ese momento tomó la decisión, cogió papel higiénico y la herida se taponó. Y después salió a la tienda más cercana, a adquirir una nueva maquinilla de afeitar, que no le cortara y lo desangrara más.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
En ese momento tomó la decisión, cogió papel higiénico y la herida se taponó. Y después salió a la tienda más cercana, a adquirir una nueva maquinilla de afeitar, que no le cortara y lo desangrara más.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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