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jueves, 5 de septiembre de 2013

El extraño encargo.

Para un profesional, no es de recibo rechazar un trabajo, pero Marcel se vió obligado a pensárselo. Marcel era como dos en uno, había trabajado para los servicios secretos franceses como liquidador, y su prestigio era tan alto que fué a su vez contratado por la CIA y otras agencias. Para la agencia francesa era "Le loupe" y para la CIA y demás, era tan sólo Jean Michel.
   El problema era que Jean Michel había sido elegido como objeto de venganza por parte de cierta agencia, y una de las condiciones para cerrar cierto trato, era que la CIA entregase como compensación, la cabeza de Jean Michel. Para ello, la CIA decidió contratar los servicios de Marcel, ignorando claramente que tanto Marcel como Jean Michel eran la misma persona.
   En realidad Marcel no pudo menos que sonreir cuando recibió el encargo de eliminarse a sí mismo; La elección fué facil: Eliminaría a Jean Michel, borraría su identidad, cesaría en toda actividad y dejaría un cadaver irreconocible entre los restos inidentificables de una fuerte explosión.
    Marcel notificó días mas tarde a sus contratantes que Jean Michel había dejado de existir. Como pruebas, ofrecía instantáneas de la explosión, la noticia del hallazgo de restos humanos imposibles de identificar, y una documentación falsa que hasta entonces había usado cuando se hacía pasar por Jean Michel. Nunca había hecho un trabajo tan fácil, simplemente eliminó una falsa identidad, mató a alguien que nunca existió. El pobre diablo cuyo cadaver utilizó, ya había muerto antes, así que pocas veces hubo un muerto más anónimo y menos llorado.

Autor: D. José María Martín Rengel.


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