Había una vez, una mansión muy grande y hermosa. Estaba construida en madera noble y con unos ventanales enormes, por los cuales, entraba gran cantidad de luz cada mañana. En aquella mansión, llena de estancias arriba y abajo, existía un gran salón. En aquel salón, con una bella decoración interior, con un candor muy familiar y acogedor, existía un armario tallado que contenía un cajón. Dentro del cajón había un reloj. El reloj tenía una línea clásica y era de oro macizo.
Cuando ella vió en la fotografía, a su padre, con su reloj, miles de cosa de su infancia recordó. Y pensó en el día en que se tomó la foto, delante de la mansión, cuando acababa de sacar del cajón por primera vez el reloj. En la mano que tenía el reloj, sostenía el libro que le regaló y aun se podía ver en la fotografía el título del libro que leyó "A buen fin no, hay mal principio".
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
Cuando ella vió en la fotografía, a su padre, con su reloj, miles de cosa de su infancia recordó. Y pensó en el día en que se tomó la foto, delante de la mansión, cuando acababa de sacar del cajón por primera vez el reloj. En la mano que tenía el reloj, sostenía el libro que le regaló y aun se podía ver en la fotografía el título del libro que leyó "A buen fin no, hay mal principio".
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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