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jueves, 3 de octubre de 2013

Viaje subacuático.

Era la tercera expedición que realizaban en el año. El grupo de submarinismo había venido de muy lejos, pero el viaje merecía la pena. Le esperaba un viaje subacuático mágico. El lugar era idílico, un lago muy profundo entre las montañas, rodeado de un bosque muy frondoso y verde.

El lago se había formado en los últimos cien años y allí había un ciudad inundada, que se conservaba totalmente intacta con sus calles, sus edificios, su iglesia con el campanario. Todo estaba prácticamente igual que el día que fue abandonada. Y hoy servía a los turistas para realizar buceo entre la ciudad subacuática.

Allí, junto a la orilla de aquel apacible lago, prepararon el equipo de buceo. Después, se sumergieron uno tras otro. Bajaron hasta su primera parada, la torre del campanario, que era la zona más elevada de la ciudad sumergida. Por fin, se dijeron unos a otros con señas. Comenzaron a dar vueltas a la cruz del campanario y más tarde se introdujeron por uno de los vanos al interior de la torre. Una vez dentro de la torre, comenzaron a descender por la escalera de caracol, la cual les condujo al interior de la iglesia.  

Posteriormente, salieron de la iglesia en fila india, todos nadando muy despacio para no entorpecerse entre los miembros del equipo. Salieron a la plaza mayor del pueblo, era espectacular, poder observar aquella plaza, que en otros tiempo albergaba tanta vida terrestre, hoy cubierta de algas y carpas. Pensar que en otro tiempo aquella plaza redonda, con su fuente en el centro, era ocupada por los comerciantes, por los habitantes para sus conversaciones veraniegas,... era fascinante. 

Más tarde, se introdujeron en el ayuntamiento, muy cerca de la iglesia del pueblo, pasearon nadando por entre las muchas habitaciones, y salones de que lo compusieron. Que alegría tan extraña, viajar nadando por entre todas las habitaciones, que se recubrían se recuerdos, sueños y viejas hazañas. 

Por último estuvieron largo rato viajando por las calles, hacia arriba, hacia abajo, a un lado, a otro lado. Visitaron las casas palacio, los monumentos antiguos de otros tiempos y cuando el manómetro marcó el límite de tiempo en la botella de oxígeno. Decidieron ascender, hacia el cielo, que no era más que la superficie del lago, donde les esperaba un aire nuevo.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.



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