Migraba ya varios días cuando se dijo: estoy un poco cansada de migrar, voy a descansar un poco. Desde lo alto de las montañas comenzó a bajar para buscar un lugar, al pronto lo encontró. Se trataba una zona muy tranquila con gran cantidad de agua y donde podría encontrar alimento en abundancia, además de refrescar sus alas. Cuando descendió la pájara se puso a cantar de alegría por poder parar. Otro pájaro que por allí se encontraba durmiendo, saltó y le dijo: oye chica, porque no dejas de cantar un rato, que los vecinos de aquí ya estamos hartos de tanto canto. La pájara indignada le respondió: oye chico, porque no continuas durmiendo y me dejas tomar mí baño. A lo que le respondió de nuevo el pájaro: porque tú canto no me deja dormir en paz y me hace daño.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario