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miércoles, 2 de octubre de 2013

Cantos y meditaciones.

Y así todo comenzó. El escritor levantó la cabeza de la mesa. Alzó la mirada al aire, con la mirada perdida. Y pensando, escuchaba aquellos extraños cantos. Se decía: <<Sí elevo mi pensamiento, sería como el aire al viento. Podré ver desde fuera del cuerpo, como meditando, como sí mi mente estuviese levitando, todo mi cuarto. Pero sí aún lo elevara más podría ver mi hogar, mi localidad, mi provincia, mi comunidad, mi España, mi Europa y mi planeta. Aunque puedo contemplar más, puedo elevar mi pensamiento un poco más y observar desde más alto, el sistema solar, la Vía Láctea, el cúmulo de Géminis, el supercúmulo en que se agrupa y el Big Bang. También lo que hay más allá, los cúmulos de universos y los supercúmulos de lo universal. Y ahora, que ya me encuentro aquí, como sí mi mente y mi alma se confundieran en una sola, que hago a éstas deshoras, entre las tinieblas más oscuras, donde sólo los astros o los santos despuntan con su luz abrumadora. Pero ¡sí, sí!, escucho sus cantos, no son los astros, ni tampoco los santos, son los ángeles que en coro alimentan sus cantos.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


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