Hace muchísimos años un monje budista que vivía en un templo en el Himalaya se pasaba meditando prácticamente todo el día. Llegó el día en el que leyeron en su funeral el Libro de los Muertos Tibetanos. Él durante toda su vida se planteó la vida espiritual terrestre para alcanzar la reencarnación dentro de su propio ciclo, pero Dios que no le dió la razón ni de lejos, simplemente lo dejó que se engañara así mismo. Primero lo hizo que descendiera al Cielo, después hizo que su alma se dedicara a la meditación en el Cielo. Así un día, un alma se le acercó y le dijo: <<escucha, ¿por qué sigues meditando en el Cielo?>>. Y el alma del monje respondió: <<para alcanzar mí liberación>>. A lo que el otro alma le respondió: <<pues sí crees que tú liberación es la reencarnación es que lo desconoces todo de Dios>>. El monje respondió: <<¿Y quién eres tú que pareces saberlo todo sobre Dios?>>. Y le respondió: <<soy el Hijo de Dios>>. El monje acongojado callado se quedó. Volvió a hablar el alma del Hijo de Dios: <<¿quieres conocer los planes de Dios para con tú alma?>>. El alma del monje asustada dijo: <<sí así lo deseas me parece bien>>. Respondió el Hijo de Dios: <<tú destino impuesto por mí Padre, es la reespiritualización y por eso te dejó que siguieras meditando en el Cielo>>. El alma del monje sorprendido dijo: <<¿y eso que es sí se puede saber?>>. Y el alma del Hijo de Dios respondió: <<muy fácil amigo, tú alma tendrá que cumplir como en la Tierra con la reencarnación, en el Cielo con la reespiritualización, es decir, tendrás que experimentar todos los tipos de formas de alma dentro de un ciclo para poder evolucionar>>. El alma del monje: <<pues a mí en la Tierra no me contaron que existiera nada de eso>>. Y le respondió el Hijo de Dios: <<pues ya vez compañero, tú vida es como un cuento, Dios te deja que te engañes a ti mismo una y otra vez para que evoluciones algo de una vez>>. El alma del monje preguntó: <<¿y para que sirve eso de la reespiritualización sí se puede saber?>>. Y respondió de nuevo el alma del Hijo de Dios: <<es muy sencillo, para limpiar el alma de tú destino>>.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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