Hace ya tiempo un comerciante fenicio navegaba próximo a las costas de Troya, cuando una terrible tormenta sorprendió su embarcación en el mar. El barco fue hecho trizas por Poseidón que lanzó el barco contra las rocas con las olas enfurecidas. El comerciante fenicio por suerte cayó al mar antes de que el barco fuera destrozado por la colisión contra las rocas. El comerciante se agarró a un mástil del barco que flotaba en mar. Desesperado estuvo flotando hasta que a la lejanía vio un barco, entonces dijo: ¡oh es mí salvación!. El comerciante pensaba que era un barco comercial cuando comenzó a ver que se trataba de la armada marítima griega más grande nunca vista, iban hacia las costas de Troya. Entonces reparó en que no se detendría a rescatarlo, porque no eran tiempos de paz, sino de guerra, además pensó: de todos modos sí me rescataran sería peor el remedio que la enfermedad.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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