Pasaba un día un caballero cerca de un camino cuando reparó en que a unas damas se le infligía un castigo. El caballero escondido entre los árboles, se apeó del caballo y en silencio se aproximó hasta unos encinares en los que pudo contemplar de lejos a unos malvados infantones. Golpeaban a dos hermosas y jovencísimas damas con una fusta de la yeguada en sus espaldas, las damas atadas a dos encinas, con las ropas rasgadas, la espaldas ensangrentadas y descarnadas, gritaban y gritaban. ¡Padre, padre, a tí te llaman CID campeador! ¿por qué nos entregaste a estos demonios disfrazados de hombres?.
Autor: D. Jesús Castro Fernández.
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