Estaba yo tomandome una copa cuando llegó Manolo con una cara muy fea. Tras los saludos de rigor, se sentó junto a la barra y se acercó a él el camarero.
-¿Qué te pongo Manolo?-
-Pués mira Paco, a ver si puedes ponerme un buen copazo de cianuro, de ése potásico.
-Pues no Manolo, me queda muy poco y ése es para mi.
Me gustó la broma que surgió así, sin pretenderlo, y entonces decidí que podía sumarme a tan jugosa conversación y, tenía, o eso creía yo, una idea graciosa. Añadí:
-Hostias Paco, si llego a saber que tenías cianuro no te hubiese pedido éste matarratas con sabor a Whisky.
-!Hay que joderse! Pués lo compré para mi suegra, pero como se murió ella sola...
Y al decirlo guiñaba un ojo y sonreía. Nos dió la risa a los tres, pero a mi con la risa se me atragantó el humo del cigarrillo (era un cigarrillo normal, y no un cigarrillo de la risa, que yo al tabaco nunca le echo cosas raras) y así con la risa me sobrevino un ataque de tos.
Ireneo -me dijo Paco desafiante detrás del mostrador- (Ireneo es mi nombre, por si no estaba claro) cuida esa tos, amigo ¿Qué la cuide más? Respondí, y añadí: Pero si ya la cuido, además del polvo que me regalo en la obra, a ésta tos mía le doy todos los días mas de treinta cigarrillos, y luego cerveza bien fría, y a veces incluso éste matarratas con hielo... más no la puedo cuidar.
Paco aceptó con una sonrisa mi intento de inventar un chiste malo, y luego se dirigió de nuevo a Manolo:
Bueno Manolo ¿Te pongo algo de beber?... O ya te estás largando.
Manolo le rió la gracia a Paco, que cuando quiere sabe ser ingenioso, aunque hoy no estaba tan inspirado. Bueno Paco -le dijo- Ya que eres tan mal amigo de no querer compartir el cianuro, pues ponme al menos un matarratas como el que disfruta aquí el amigo Ireneo !Y que nunca falte! respondí presuroso.
La putada -dijo Paco arrastrando la última sílaba- es que mi mujer está a punto de llegar y os vais a tener que ir a fumar a la puta calle. Ya sabéis bien que por mi me arriesgo a la multa, pero a lo que no me arriesgo es a que la Vicenta se me cabrée, y me deje sin postre. Asín que arreando.
Y como somos amigos de Paco, y le queremos, nos fuimos a fumar a la calle.
Autor: D. José María Martín Rengel.
-¿Qué te pongo Manolo?-
-Pués mira Paco, a ver si puedes ponerme un buen copazo de cianuro, de ése potásico.
-Pues no Manolo, me queda muy poco y ése es para mi.
Me gustó la broma que surgió así, sin pretenderlo, y entonces decidí que podía sumarme a tan jugosa conversación y, tenía, o eso creía yo, una idea graciosa. Añadí:
-Hostias Paco, si llego a saber que tenías cianuro no te hubiese pedido éste matarratas con sabor a Whisky.
-!Hay que joderse! Pués lo compré para mi suegra, pero como se murió ella sola...
Y al decirlo guiñaba un ojo y sonreía. Nos dió la risa a los tres, pero a mi con la risa se me atragantó el humo del cigarrillo (era un cigarrillo normal, y no un cigarrillo de la risa, que yo al tabaco nunca le echo cosas raras) y así con la risa me sobrevino un ataque de tos.
Ireneo -me dijo Paco desafiante detrás del mostrador- (Ireneo es mi nombre, por si no estaba claro) cuida esa tos, amigo ¿Qué la cuide más? Respondí, y añadí: Pero si ya la cuido, además del polvo que me regalo en la obra, a ésta tos mía le doy todos los días mas de treinta cigarrillos, y luego cerveza bien fría, y a veces incluso éste matarratas con hielo... más no la puedo cuidar.
Paco aceptó con una sonrisa mi intento de inventar un chiste malo, y luego se dirigió de nuevo a Manolo:
Bueno Manolo ¿Te pongo algo de beber?... O ya te estás largando.
Manolo le rió la gracia a Paco, que cuando quiere sabe ser ingenioso, aunque hoy no estaba tan inspirado. Bueno Paco -le dijo- Ya que eres tan mal amigo de no querer compartir el cianuro, pues ponme al menos un matarratas como el que disfruta aquí el amigo Ireneo !Y que nunca falte! respondí presuroso.
La putada -dijo Paco arrastrando la última sílaba- es que mi mujer está a punto de llegar y os vais a tener que ir a fumar a la puta calle. Ya sabéis bien que por mi me arriesgo a la multa, pero a lo que no me arriesgo es a que la Vicenta se me cabrée, y me deje sin postre. Asín que arreando.
Y como somos amigos de Paco, y le queremos, nos fuimos a fumar a la calle.
Autor: D. José María Martín Rengel.
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