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martes, 31 de diciembre de 2013

El Barco.

El barco espacial llevaba 2 semanas que estaba en la Luna Europa y le decía el capitán a su grumete: Grumete mañana partiremos hacia el norte de los mares de esta Luna. Respondió el grumete: Teníamos que haber traído mujeres en la tripulación capitán o si no al menos animales. Dijo el capitán: ¿Y eso para qué grumete? Porque creo que tanto hombre sólo en esta luna durante tanto tiempo en el barco puede llevar a que más de un marinero se enamore. Y eso puede ser un problema no creé. Saltó el capitán: ¿Y que problema es que se puedan enamorar unos marineros de otros? Dijo el grumete: Pues básicamente los celos y los rencores de los que se enamoren.


Autor: D. Jesús Castro Fernández.

El Salón.

¡Rápido llevaos al jefe carpintero! ¡Rápido, rápido le dio una insolación y tiene mal de seso!. Y buscad a su mujer que tiene los mismos conocimientos. El salón está por acabar y el rey no quiere que se demore mucho más. Tú búscala y tráemela. Respondió el esclavo: de acuerdo ahora vuelvo ¿donde está? Otro esclavo le respondió: busca tras de aquellas columnas del fondo del salón. Cuando llegó la encontró con un esclavo detrás de una columna. El esclavo: ¿ama pero que está haciendo? se acaban de llevar a su marido por mal de seso y la llaman para que finalice la decoración del Salón de las Mil Columnas. La mujer: nada hombre, le daba a mí esclavo un beso porque le quiero. Bueno pues ahora voy y ya era hora que una mujer pudiera decorar ésto porque el salón de las mil columnas con un gusto tan robusto no haría de Persépolis la ciudad más augusta.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


Troya.

Hace ya tiempo un comerciante fenicio navegaba próximo a las costas de Troya, cuando una terrible tormenta sorprendió su embarcación en el mar. El barco fue hecho trizas por Poseidón que lanzó el barco contra las rocas con las olas enfurecidas. El comerciante fenicio por suerte cayó al mar antes de que el barco fuera destrozado por la colisión contra las rocas. El comerciante se agarró a un mástil del barco que flotaba en mar. Desesperado estuvo flotando hasta que a la lejanía vio un barco, entonces dijo: ¡oh es mí salvación!. El comerciante pensaba que era un barco comercial cuando comenzó a ver que se trataba de la armada marítima griega más grande nunca vista, iban hacia las costas de Troya. Entonces reparó en que no se detendría a rescatarlo, porque no eran tiempos de paz, sino de guerra, además pensó: de todos modos sí me rescataran sería peor el remedio que la enfermedad.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


El Cazador.

Un día iba paseando por las montañas de Ronsesvalles un cazador que se había perdido de la partida de caza. El cazador subió hasta lo más alto de un risco para poder intentar ver donde se encontraba y examinar sí podría localizar la partida de caza. Tras varios días y varias noches perdido entre las montañas, escuchó un gran ruido de jinetes en batalla, atemorizado se escondió tras algunas jaras. Intentando ver que pasaba, miró hacía abajo y vio como allí había una gran batalla entre moros y cristianos. La muerte se cebaba con ambos bandos mientras el horrorizado dijo: permaneceré quieto y escondido hasta que todo allá terminado, porque sino puede que acabe mal parado, porque sí me vieran puede que pensaran que fuera de uno o de otro bando.


Autor: D. Jesús Castro Fernández.



lunes, 30 de diciembre de 2013

Tormes.

Visitaba la pedanía de Tormes una mujer que iba en peregrinaje, cuando al pronto, paró cerca de un ciego, una mujer y su hijo. La mujer en silencio quedó a escuchas de lo que hablaban y lo único que dedujo es que al niño el ciego se lo entregaban para que se lo llevara.

 Autor: D. Jesús Castro Fernández.


Laboratorio, año 2150.

Estaba investigando nuevas fórmulas en un laboratorio del Planeta Marte, allí el investigador decía: yo y los míos nacimos de la generación de los clones y ahora nos toca investigar la generación clon de los híbridos que hoy son embriones.


Autor: D. Jesús Castro Fernández.




Espejos.

Se hallaban dos espejos uno frente al otro y se decían mutuamente: ¿por qué me reflejas en tú interior cuando yo te expreso mejor? A lo que respondía el otro: te reflejo aquí por tú también eres así. Diseñamos la profundidad infinita, tú dentro de mí y yo dentro de tí.


Autor: D. Jesús Castro Fernández.


Dante.

Dante te estuvimos buscando durante largo tiempo por todas partes, ¿donde estuviste? cuentanos ahora que volviste. Nos tienes intrigado. Dante: pues anduve con Virgilio de viaje, estuve entre valles, montañas y volcanes; estuve en praderas verdes con árboles frutales y arrolluelos de agua cristalina. Y además traigo un montón de mensajes de muchos viejos personajes. Los amigos sorprendidos por lo que le decía Dante, alegarón: ¿tú no estarás un poco tomado?.


Autor: D. Jesús Castro Fernández.


Qarmuna.

Un peregrino partió Constantinopla y se dijo: visitaré las ciudades más importantes de nuestra época en busca del Santo Grial. Primero buscó en Constantinopla y como no lo encontró se puso en marcha hacia Jerusalem. Cuando llegó a Jerusalem pasó muchos meses preguntando e investigando y como no encontró lo que buscaba partió otra vez hacia Roma. Tras una búsqueda incesante en Roma tampoco encontró lo que buscaba y decidió que iría a la ciudad más importante de todas, la antigua Qarmuna. Cuando llegó la ciudad estaba conformada por grandes murallas que la cercaban sobre una gran altura. Doble muralla, cinco puertas y muchos torreones. Llegó pasando antes por la antigua Córduba donde le indicaron que alguien guardaba lo que buscaba, a su llegada la puertas de maderas estaban cerradas y los guardianes le preguntaron: ¿a qué vienes peregrino? Y el peregrino respondió: vengo buscando a las herederas de la hija de Magdala, que dicen pasó de Tierras Galas a la ciudad que los Dioses mejor guardaban.


Autor : D. Jesús Castro Fernández.

Las Termas.

Se encontraban dos patricios en las Termas Públicas de Carmo, cuando uno de ellos le dijo al otro: amigo, mañana llega Julio Cesar desde Roma a Carmo. El amigo respondió: así lo tengo entendido, recibirán las tropas en campo Marcio y después lo podremos escuchar en el Foro donde se dirigirá a todos. El primero preguntó: ¿a qué viene a Carmo? Respondió el amigo: viene a el entierro de su pariente Servillia la cual falleció por enfermedad según tengo entendido. Volvió a preguntar el primer patricio: ¿y cuando será el sepelio? Respondió el segundo: pues creo que después del solsticio de verano, según me dijeron.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


sábado, 28 de diciembre de 2013

Los Infantones.

Pasaba un día un caballero cerca de un camino cuando reparó en que a unas damas se le infligía un castigo. El caballero escondido entre los árboles, se apeó del caballo y en silencio se aproximó hasta unos encinares en los que pudo contemplar de lejos a unos malvados infantones. Golpeaban a dos hermosas y jovencísimas damas con una fusta de la yeguada en sus espaldas, las damas atadas a dos encinas, con las ropas rasgadas, la espaldas ensangrentadas y descarnadas, gritaban y gritaban. ¡Padre, padre, a tí te llaman CID campeador! ¿por qué nos entregaste a estos demonios disfrazados de hombres?.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


Valencia.

Al guardián le tocaba pasar la noche en vela, vigilante de las murallas de Valencia. Cuando apunto estaba de nacer el Sol en el horizonte con el alba, contempló a lo lejos una gran hueste de caballeros que hacia Valencia llegaban. El tropel inmenso, polvorada de armaduras y espadas. Negra nube de muerte a Valencia llegaba. Don Rodrigo, el primero cabalgaba y CID campeador lo llamaban.

Autor: D. Jesús Castro Fernández.


viernes, 13 de diciembre de 2013

El cianuro es para mi.

Estaba yo tomandome una copa cuando llegó Manolo con una cara muy fea. Tras los saludos de rigor, se sentó junto a la barra y se acercó a él el camarero.
  -¿Qué te pongo Manolo?-
  -Pués mira Paco, a ver si puedes ponerme un buen copazo de cianuro, de ése potásico.
  -Pues no Manolo, me queda muy poco y ése es para mi.
   Me gustó la broma que surgió así, sin pretenderlo, y entonces decidí que podía sumarme a tan jugosa conversación y, tenía, o eso creía yo, una idea graciosa. Añadí:
 -Hostias Paco, si llego a saber que tenías cianuro no te hubiese pedido éste matarratas con sabor a Whisky.
 -!Hay que joderse! Pués lo compré para mi suegra, pero como se murió ella sola...
  Y al decirlo guiñaba un ojo y sonreía. Nos dió la risa a los tres, pero a mi con la risa se me atragantó el humo del cigarrillo (era un cigarrillo normal, y no un cigarrillo de la risa, que yo al tabaco nunca le echo cosas raras) y así con la risa me sobrevino un ataque de tos.
Ireneo -me dijo Paco desafiante detrás del mostrador- (Ireneo es mi nombre, por si no estaba claro) cuida esa tos, amigo ¿Qué la cuide más? Respondí, y añadí: Pero si ya la cuido, además del polvo que me regalo en la obra, a ésta tos mía le doy todos los días mas de treinta cigarrillos, y luego cerveza bien fría, y a veces incluso éste matarratas con hielo... más no la puedo cuidar.
   Paco aceptó con una sonrisa mi intento de inventar un chiste malo, y luego se dirigió de nuevo a Manolo:
   Bueno Manolo ¿Te pongo algo de beber?... O ya te estás largando.
   Manolo le rió la gracia a Paco, que cuando quiere sabe ser ingenioso, aunque hoy no estaba tan inspirado. Bueno Paco -le dijo- Ya que eres tan mal amigo de no querer compartir el cianuro, pues ponme al menos un matarratas como el que disfruta aquí el amigo Ireneo !Y que nunca falte! respondí presuroso.
   La putada -dijo Paco arrastrando la última sílaba- es que mi mujer está a punto de llegar y os vais a tener que ir a fumar a la puta calle. Ya sabéis bien que por mi me arriesgo a la multa, pero a lo que no me arriesgo es a que la Vicenta se me cabrée, y me deje sin postre. Asín que arreando.
   Y como somos amigos de Paco, y le queremos, nos fuimos a fumar a la calle.

Autor: D. José María Martín Rengel.